lunes, 25 de octubre de 2010

Cancion del esposo soldado,de Miguel Hernadez

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos

Esposa de mi piel, gran trago de mi vida,

Tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos

De cierva concebida.

Ya me pareces que eres un cristal delicado,

Temo que te me rompas al más leve tropiezo,

Y al reforzar tus venas con mi piel de soldado

Fuera como un cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,

Te doy vida en la muerte que me dan y no tomo

Mujer, mujer. Te quiero cercado por las balas,

Ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,

Sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa,

Te quiero y te quisiera besar con todo el pecho

Hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa mi frente,

Que no enfría ni aplaca tu figura

Te acerca hacia mí como una boca inmensa

De inmensa dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:

Aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,

Y defiendo tu vientre de pobre que me espera,

Y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado

Envuelto en un clamor de victoria y guitarras,

Y dejare a tu puerta mi vida de soldado

Sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo

Un dia ire a la sombra de tu pelo lejano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,

Y tu implacable boca de labios indomables,

Y ante mi soledad de explosiones y brechas

Recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de innumerables huesos

Tu corazón y el mío naufragaran, quedando

Quedando una mujer y un hombre gastados por los huesos.

Este poema de Miguel Hernández, para mi es emblemático, ya que es furia y pasión

Coagula en el Rayo que no cesa, un dolor de vivir, un hambre de amor.

El de Miguel Hernández, es el testimonio de un soldado, pero no por lo que vio y sintió, canto y

Padeció el también, sino por la voluntad de orgasmo que llevaba en sus venas de español.

Este poema de compromiso con la vida, se lo dedico a mi hija Lucrecia y a su compañero Martin

Me hizo muy feliz saber que la simiente de la vida, anida en el vientre de mi hija, como la mejor prueba de amor. Para vos Lucrecia.


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